La estructura actual de Mianos (que no la original, pues el núcleo primigenio fue destruido tras una incursión navarra durante la Edad Media [ver siglo XII]) se emplaza sobre un pueyo, una pequeña elevación del terreno que permite defender el pueblo con mayor eficacia. Esta estructura se ha mantenido prácticamente igual a excepción de la ampliación de la configuración urbana.

Mianos se estructura visiblemente alrededor de la iglesia, que domina la población desde el punto más alto. En origen, esta iglesia debía ser un palacio o castillo fortificado, una propiedad señorial que incluía un templo que no es el actual, puesto que este fue erigido entre 1535 y 1550.
Dicha estructura urbanística da lugar a tres barrios dentro de la tradición popular del pueblo: el barrio de arriba (aquellas casas más cercanas a la iglesia), el barrio de en medio (aquellas casas que, si bien se encuentran en la parte superior, están a la izquierda, como si fuesen una ampliación del casco original) y el barrio de abajo (aquellas casas más cercanas a la carretera).
Así pues, y fijándonos en los planos cenitales, podemos ver claramente cómo Mianos sigue la estructura medieval de otros pueblos cercanos que disponen de una gran construcción fortificada con una plaza central (actualmente detrás de la iglesia). Este núcleo fortificado (delimitado por puntos más oscuros, hoy en día iglesia parroquial, abadía, Casa Jiménez y un corral)) no se sitúa en el centro exacto del pueblo, sino en lo alto del pueyo, por lo que el resto de Mianos fue construido en pendiente en uno de sus lados. Es por ello que nuestro pueblo no se sitúa exactamente alrededor de la iglesia.

La llamada Iglesia de Santa Ana recibe en realidad el nombre de Iglesia de Santa María. El error se debe a un malentendido con la ermita de Santa Ana, en la parte inferior del pueblo.
Mianos conserva interesantes muestras de arquitectura tradicional. Conviven con modernas construcciones o con casas cuidadosamente restauradas grandes casonas con interesantes portadas, muchas de ellas coronadas con símbolos protectores en la clave:
- JHS: apócope de Jesús, salvador de los hombres (Jesus Himinum Salvatoris), está presente como motivo protector en dinteles o dovelas de algunas casas. También aparece en el interior o exterior de numerosos templos, generalizándose su uso a partir del siglo XVII. No es casual la aparición de estos símbolos a partir de ese siglo pues los anteriores, fundamentalmente el XV y XVI, fueron nefastos para los habitantes del Pirineo. A las epidemias de peste se unieron las guerras y el bandolerismo. Además, un rebrote de la actividad glaciar (lo que los geólogos llaman «la pequeña glaciación») se tradujo en malas cosechas que produjeron grandes hambrunas. Pasada esta época de crisis, la generalización del cultivo de la patata y el advenimiento de adelantos tecnológicos en las labores agrícolas supusieron un repunte económico y demográfico que se tradujo en el recrecimiento y reforma de muchos templos y en la construcción o ampliación de numerosas casas.
- Cruz: llama la atención la proliferación de cruces que campean en los dinteles de las puertas y ventanas en muchos pueblos del Camino. La cruz aparece como símbolo primordial, no sólo en occidente sino prácticamente en todas las culturas del globo. Mucho antes del cristianismo, la intersección de la línea vertical y una horizontal remitían a la idea de la totalidad a la vez que, en su punto de concurrencia, subyacía la ida de centro. Cuando la cruz era inscrita dentro de un círculo, adoptaba el simbolismo del cuatro y el cuadrado. Era, por tanto, un símbolo primario en el que se reflejaban ideas como la fuerza centrípeta y centrífuga, la unión del cielo y la tierra (o masculino y femenino) o el orden que surge del centro. El cristianismo adoptó el símbolo por razones históricas (la pasión de Cristo) y como respuesta al rico acerbo simbólico anterior que hizo suyo. Así, la cruz pasó a ser el centro de donde emanaba la nueva religión, reforzando el simbolismo de génesis a la vez que se asimiló con el centro del mundo y el eje cielo-tierra. Símbolo ampliamente difundido como protector y profiláctico de edificaciones, rebaños o personas, en la actualidad todavía se puede encontrare en los dinteles y en las puertas de muchas casas pirenaicas. Muchas veces se combina incluso con símbolos paganos en curiosas mezcolanzas que hacen pensar cuán cerca estaban ambas creencias y corrientes de pensamiento en la mentalidad del hombre pirenaico.